Las hay de todos los colores y formas, fabricadas con diferentes materiales, con cerraduras o sin ellas… Las puertas son un medio de paso a “casa”, un límite, una barrera, un stop, una pausa, un alto en el camino, tanto en el mundo físico como en el emocional… Llega un momento en el que se abren yyyy, ¡voilà!, pasas…………o pasan.
Podríamos clasificar las puertas en función de su blindaje y peso:
- Tenemos las puertas de las cámaras de los bancos. A mi me viene a la cabeza las puertas de los bancos de las películas, esas enormes y pesadas puertas plateadas y doradas, con una gran cerradura redonda que tanto cuesta girar. Puertas tremendamente anchas, fabricadas con los materiales más duros. Ah, y sin mirillas (sin poder echar un vistazo). Estas puertas son básicamente infranqueables, de hecho solo el portador de la llave puede entrar, es el único con acceso al interior. Es imposible acceder dentro y poder observar los maravillosos tesoros tras ella, algunos guardados en otras cajas más pequeñas, pero quizá todavía más fortificadas. Algunas personas colocan estas puertas en sus “casas”.
- Luego están las puertas acorazadas de las “casas”. Estas puertas también son muy difíciles de abrir a no ser que tengas una llave. Están fabricadas con materiales muy resistentes. A pesar de que su aspecto por fuera puede ser muy bonito y llamativo, el interior de las puertas lo conforman una serie de aleaciones que hacen el acceso a casa muy difícil. La cerradura de estas puertas está preparada para que, en el caso de abrirla forzándola, se bloquee inmediatamente y sea definitivamente imposible de abrir salvo por los bomberos. En estas “casas” también es muy difícil entrar y saber lo que hay en el interior. No entra nadie, y claro está, tampoco vas a saber de nadie. ¿Es lo que deseas?.
- También están las puertas blindadas. A pesar de su nombre, estas puertas ya son más fáciles de abrir sin llave. Tienen cierto blindaje en su interior, pero la cerradura y las bisagras son más fáciles de sortear y son puertas que se pueden abrir en menos tiempo. Las personas pueden entrar más fácilmente aunque tú no quieras y comenzar a pasearse por tu “casa” por su propia cuenta.
- Ya casi terminamos. También existen las puertas de madera sin cerradura, estas también son muy parecidas a las puertas que tienen dos hojas y una de ellas SIEMPRE está abierta. Solamente tienen un pestillo, a veces incluso lo tienen por fuera para que la gente lo pueda girar y pasar a sus anchas, y no solo pasear por tu “casa”, sino realizar acciones que pudieran atentar contra la seguridad de la misma o de ti mism@. ¿Te suena?. Ah! por cierto, algunas puertas están entornadas.
- Y finalmente están las casas dónde no hay puertas o están totalmente abiertas. En estas “casas”, sencillamente cualquiera puede pasar, puede entrar a hacer lo que le de la gana. Much@s no pasarán y continuarán su camino, respetando el “límite”. Otr@s entrarán sin pedir permiso “solo” a observar la decoración o por curiosidad. Pero otros pasarán con las peores intenciones. Estos últimos puede que entren para “robarte” o hacer “destrozos” estés o no estés tú. Pueden presentarse al llegar con una gran sonrisa (un “bonito” envoltorio), esa sonrisa que tanto atrae. Pero una vez dentro y ganada la confianza del propietario, ZAS!!! Se acabó la sonrisa.
Solo te quiero hacer una pregunta,
¿QUÉ TIPO DE PUERTA TIENES EN TU “CASA”?
Piénsalo durante unos minutos. Tómate tu tiempo antes de continuar………………………………………………………….¿Ya lo sabes? Bien, terminemos.
Lo que voy a decirte a continuación es una PRECIOSA METÁFORA que me dijo una persona estando en consulta y que como siempre, demuestra que la sabiduría la tienen las personas con las que trabajamos, nosotr@s solo facilitamos que este saber interno emerja.
Después de hablarle sobre los diferentes tipos de puertas que hay y preguntarle qué tipo de puerta tenía en su “casa” (su “casa” no tenía puerta por cierto), al pasar un par de sesiones me dijo:
– ¿Sabes lo qué estoy haciendo de un tiempo a esta parte Alejandro?, mientras voy construyendo la puerta que quiero para mi “casa”, y puesto que todavía pasan algunas personas que no quiero, lo que hago es colocarlas en la SALA DE ESPERA.
ALEJANDRO CAMACHO